viernes, 28 de enero de 2011

Historias de un piano

Hoy es el día final de una semana donde el trabajo ha abrumado, donde aún queda lejos la satisfacción de ver si llega a buen puerto una idea, donde aún el esfuerzo extra es tan agotador que el deseo de ver que seguramente haya merecido la pena es más una esperanza que una realidad. La vida personal se interrumpe, enlato el alma y pongo el corazón en "off". Con el paso de las horas necesito recuperar la serenidad que da el respirar sereno y la noticia de un piano abandonado me lleva a una melodía, esa melodía me conduce a un compositor y él mismo que regala esta maravilla al mundo, consigue expandir lo que estaba presionado y activar no sé qué cosa hasta llevarme a esa paz que hace muchos días he necesitado.



"Durante muchos años he tratado de poner orden a todas la ideas que revoloteaban en mi mente... Hace poco tiempo fuí consciente de que soy un completo desastre y que nunca conseguiría ese objetivo. He aprendido que tal vez deshacerne de las ideas que no me hacen feliz pueda dejar espacio suficiente para que, aunque revueltas, permanezcan en mi mente todas las ideas que siempre me harán sentir cierta felicidad. Debe de estar funcionandome esta estrategia, porque con ella también he aprendido a esperar, y a hacerlo con calma, hasta descubrir esa idea que andaba convencida de que volverías. Y ahora tú estas aquí... Más guapa que nunca... con esa mirada brillante que cualquier diamante envidiaría...". (Continuará)

jueves, 13 de enero de 2011

El final de un buen día


Hay una canción de Nena Daconte que por su ritmo podría venir bien para una buena mañana de camino al curro, pero esta hoy me parece perfecta para cerrar una pesadilla. No conozco peor emoción que el miedo y estas últimas semanas no sabía cómo deshacerme de él.

domingo, 9 de enero de 2011

Por Vivir III


El día que me marché de casa comíamos en silencio con una Julia también más callada de lo habitual. Debía sentirse tan extraña como quienes le acompañábamos en esa mesa. Maca hacía tiempo que movía el tenedor, cambiando de un lugar a otro no muy lejano, la verdura de su plato. Aquel silencio y aquella manera de evitar mirarme hablaban por sus labios y yo sabía que seguramente estaría pensando aquello que yo más temía.

- No tengo hambre- dije- voy a preparar el café mientras termináis vosotras de comer y a ordenar un poco la cocina.

Julia me miró, le sonreí y volvió su mirada a su madre, que permanecía con la mirada perdida en aquel plato de comida que no se atrevía a probar. Me levanté, dejé mi plato y mi copa sobre la encimera de la cocina. Tuve que tomar aire profundamente para que la sensación de ahogo que tenía desapareciera. Tiré la comida a la basura, coloqué el plato y la copa en el lavavajillas, coloqué la cesta de la cubertería y al levantarme me sentí algo mareada. Tomé asiento en una silla junto a la mesa del desayuno. Me sentí tan impotente ante aquella realidad que vivía que no soportaba un segundo más sentirme tan ajena a la persona que más había amado hasta entonces. Fueron mis lágrimas, caídas sobre mis manos cruzadas en mi regazo, quienes me devolvieron de nuevo a aquella cocina. Las limpié y me fui al dormitorio en que llevaba durmiendo las dos últimas semanas. Preparé mi maleta y la dejé cerca de la puerta. Cuando regresaba al salón ya habían terminado de comer y Julia subía a jugar a la terraza. Maca estaba en la cocina y al verme volvió a evitar mi mirada.

- Se me olvidó poner el café ¡perdona!-dije abriendo el armario de la cafetera y disponiéndolo todo para cargarla.

- No quiero café. No voy a tomar café - dijo antes de salir para el salón.

La seguí con la mirada y cuando hubo desaparecido me descubrí pensando que aquella persona no pertenecía a mi mundo, que sólo lo conocido puede ser querido y yo me convertí en su memoria en alguien completamente extraña.

En aquella joven casa que creía nuestra, ni una sola fotografía daría fe de nosotras dos. En el poco tiempo que estuvimos juntas no creí necesario robarle un instante porque me bastaban todos los que reunía mirándola. La Maca que acababa de marcharse poco o nada tenía en común conmigo ahora. El silencio de la casa me sacó de aquel pensamiento. Salí de la cocina y la encontré sentada en el salón y, dadas las circunstancias, hice lo único que podía hacer entonces.


- Creo que ha llegado el momento en que debemos hablar.

- No me apetece hablar.

- Lo sé… Sé que… no quieres hablar… pero quieres decirme algo…

- …

- Te ahorraré el esfuerzo de que me lo digas. Conozco cuando quieres decirme algo y lo evitas.

-....

- Creo que te sientes obligada a algo… pero no puedes hacerlo... Creo que no quieres estar aquí.

- ....

- Creo que será mejor que me marche y que, seas quien seas ahora, luches por ser feliz de nuevo con tu hija y contigo misma... -me miró como quien mira a alguien que sabes que te quiere pero a quien no conoces- Me marcho y siento ser tan egoísta de hacerlo no por tu bien, sino por el mío.


En ese instante tuve que evitar su mirada, que permanecía atenta pero casi impasible. Volví a mirar mis manos, y vi brillar el anillo que intercambiamos hacía apenas unos meses. Quise cerrar la mano para llevármelo conmigo pero no me podía permitir el lujo de vivir de un pasado en el que ya nadie tenía fe.



Cuando salía de allí, lo retiré de mi mano y lo dejé sobre su otro regalo importante. Sobre la superficie brillante y negra de aquel piano dejé un anillo con su nombre, con todo mi amor enlazado y grabado entre sus teclas. Ahora, cargado en su interior de todas mis esperanzas, como un caballo de Troya. Acaricié su superficie intentando liberar mi alma de él y algo ardió en la yema de mis dedos para hundirse en mi pecho y escapar como agua de mis ojos. Recogí mi maleta y sin nadie casi se percatase de ello salí de la que yo había pensado que sería mi casa y la de mi familia.

Sentada ya en el interior del coche, dudé de adonde ir. No quería ver a nadie ni dar explicaciones así que decidí irme a un hotel al menos por esa noche. Una vez alojada en mi habitación me senté sobre el lateral de la cama que estaba próximo a la ventana de la habitación. Aún era de día y me daría tiempo a deshacer la maleta antes de bajar a cenar algo. Me apetecía llorar hasta hartarme pero no lo hice. En su lugar me preocupé por dejar bien colocada cada cosa en el armario y en la entrada del baño. Bajé al parking del hotel y al sacar el portátil del maletero volví a sentir el dolor agudo de mi rodilla. Tomé la decisión de preparar mi viaje a Barcelona para ser intervenida definitivamente a la mayor brevedad posible. No estaba a dispuesta a darme una tregua de autocompasión pensando en lo perdido. No derramaría una lágrima más ni me resistiría por más tiempo a mi destino. Era hora de empezar de nuevo, con otra vida, con la mía, con la oportunidad de vivir un mundo donde ella no lo fuera todo sino solamente… alguien más.

martes, 4 de enero de 2011

Sofrología

... How long, how far do I need to go?...



La sofrología es una escuela científica, que tiene como objetivo el estudio de la consciencia y la conquista de los valores existenciales del ser. Fue fundada por el médico neuropsiquiatra Dr. Alfonso Caycedo en 1960 en Madrid.

La palabra Sofrología viene de las raíces griegas: SOS (equilibrio), PHREN (psique) y LOGOS (estudio). Etimológicamente significa el estudio de la consciencia en equilibrio.

La Sofrología es una disciplina que utiliza técnicas de relajación y de imaginación como medio para el desarrollo del bienestar pscicofísico del ser y tiene como objetivos:

- El estudio de la consciencia humana. Además de estudiar la consciencia humana desde el punto de vista teórico, la sofrología ofrece una metodología para que el individuo conozca de forma vivencial su propia consciencia.

- La aplicación de las técnicas sofrológicas a nivel terapéutico. Los profesionales de las ciencias de la salud (médicos, enfermeras, psicólogos, fisioterapeutas, logopedas, odontólogos, etc.) utilizan las técnicas sofrológicas de forma única o complementaria a su terapia con el fin de que el paciente las incorpore dentro de su propio tratamiento (ver aplicaciones en terapia) .

- La aplicación de las técnicas sofrológicas a nivel a nivel pedagógico. La metodología sofrológica se aplica para reforzar capacidades intelectuales tales como la atención, concentración, aprendizaje y memoria en diferentes grupos de edad.

- A nivel preventivo, aporta un método de entrenamiento (la Relajación Dinámica de Caycedo) para toda persona que quiera conocer mejor su consciencia, desarrollar sus capacidades, adquirir mayor resistencia ante problemas de origen psicosomático y conquistar una mejor calidad de vida.

sábado, 1 de enero de 2011

FELIZ AÑO


¡¡¡¡FELIZ AÑO NUEVO!!!!