sábado, 22 de octubre de 2011

Dentro y fuera de casa



… Desde que Eliza llegara, hacía ya siete años, había traído consigo relatos del bosque. Cuando Rose yacía en su tibio cuarto oscuro, respirando el aire inmóvil de su última enfermedad, Eliza irrumpía por la puerta de modo tal que Rose casi podía oler el océano en su piel. Trepaba junto a Rose en la cama y colocaba una concha, o una polvorienta jibia, o un pequeño trozo de madera en su mano, y luego comenzaba su historia. Y en su mente, Rose veía el mar azul, sentía la calidad brisa en los cabellos, la ardiente arena bajo sus pies…
… A través de sus años de enfermedad, siempre hubo una cosa que Rose había deseado, y eso era crecer. Escapar de los confines de la infancia y vivir, como Milly Theale había expuesto tan perfectamente en el libro favorito de Rose, aunque fuera de modo breve y entrecortado. Deseaba enamorarse, casarse, tener hijos. Dejar Blackhurst y comenzar una vida propia. Lejos de esa casa, lejos de ese sofá sobre el que mamá insistía debía reclinarse incluso cuando se sentía bien. “El sofá de Rose”, lo llamaba mamá. “Pon otra manta en el sofá de rose. Algo que resalte la palidez de su piel, que haga que su cabello parezca aún más brillante”...
Y el día de su partida se aproximaba. Rose lo sabía. Por fin mamá había admitido que Rose estaba lo suficientemente bien para encontrase con un pretendiente. En los últimos meses, su madre había arreglado almuerzos con una procesión de jóvenes (¡y no tan jóvenes!) candidatos. Todos había sido unos estúpidos –Eliza había entretenido a Rose durante horas después de cada visita con sus recreaciones y personificaciones- pero era una buena práctica. Porque el perfecto caballero estaba allá fuera, en alguna parte, esperándola. No sería para nada como su padre, sería un artista, con sentido de la belleza y de su grandeza, a quien le importaran un comino ni las piedras ni los insectos. Sería abierto y fácil de comprender, sus pasiones y sus sueños sería una luz en sus ojos. Y él la amaría a ella, sólo a ella…
... Su esposo sería como Eliza, se dio cuenta Rose, una sonrisa alterando su plácida expresión. El caballero que ella buscaba era la encarnación masculina de su prima... (El Jardín Ovidado. Kate Morton)

... Dicen que se sabe si un amor es verdadero cuando duele como dientes en el alma... (Ahora tú- Malú "Guerra fría")



Afuera el día está ventoso y frío. Hoy la comida fue especial porque apetecía hacer diferente esta normalidad. Vestí la mesa de invierno. Mi gata lo celebra sesteando a su alrededor. Leo un libro despacio, saboreando el placer de poner escenario a lo relatado. Un café tipo americano me hace de estufa. Vuelvo al exterior y en la prensa un comunicado de paz lo inunda todo. Una esperanza firme quiere volar y tres encapuchados admiten que no pueden detenerla. Un político quiere llevar al psicólogo a quienes no son como él. El mismo político dice que en Andalucía los agricultores gastan su subsidio en el bar. Sus compañeros de coalición dicen que no se entiende a los andaluces cuando hablan. Confieso que yo tampoco les entiendo a ellos y no voy a hacer ningún esfuerzo por intentarlo. Me enerva este gente meapilas que se la coge con papel de fumar y tiene más dogmas que la propia iglesia. Confieso que tengo fe en políticos que  piensan que los que debieran ir al psicólogo son quienes hacen de la demagogia su discurso  (Jaume Collboni). Confieso que temo a las dictaduras, por mucho que casi todos los dictadores tengan un destino tan cruel como el de a quienes sojuzgaron y sometieron robándoles la libertad y la propia vida. Confieso que deseo por encima de todo que la libertad corra por las calles y por los corazones de quienes las habitan. Confieso que deseo lo que alguien soñó un día: Sueño que un día esta nación se levantará y vivirá el verdadero significado de su credo: "Afirmamos que estas verdades son evidentes: que todos los hombres son creados iguales" (Martin Luther King. 1963)Y como dientes en el alma me duele a mi la libertad, la propia... y la ajena. 

jueves, 13 de octubre de 2011

El ruido exterior o los consejos de un mago

Hace unos pocos días falleció Steve Jobs, fundador de la empresa de tecnología Apple, la de la manzana mordida (al parecer simil gráfico y minimalista del conocimiento). Creador, innovador, millonario y persona. Aseguran que agradeció sus fracasos porque ellos impulsaron su triunfo. 
El discurso que ofreció a los estudiantes de la Universidad de Stanford, dicen que es un ejemplo de oratoria y un ejemplo de humildad. Después de leerlo siento que Jobs intentaba, como buen maestro, hablar al alumnado de un conocimiento que no está escrito. 

Se me ha clavado la parte de su discurso que dice "No permitáis que el ruido de las opiniones ajenas silencie vuestra voz interior. Y más importante todavía, tened el valor de seguir vuestro corazón e intuición, porque de alguna manera ya sabéis lo que realmente queréis llegar a ser. Todo lo demás es secundario". 

¿Cuántas veces permito que las opiniones ajenas silencien mi voz?
¿Estoy siguiendo a mi corazón?
¿Sé realmente lo que quiero llegar a ser?
¿Qué es lo secundario?
Estoy tratando de darme una respuesta a cada pregunta. Me juego según su discurso encontrar lo que amo si no consigo descubrir qué tengo que cambiar para conseguirlo.
¿Tengo que cambiar algo? ¿Mis decisiones diarias me acercan a lo que quiero ser?
¿Cómo voy a hacer para no olvidarme de esta búsqueda cuando los árboles (hipotecas, deudas, responsabilidades, trabajo, funciones, tareas, urgencias...) no me dejen ver el bosque (mi vida, lo que amo, lo que quiero, lo que vivo, lo que siento... lo que soy? 

"Recordar que vas a morir es la mejor manera que conozco para evitar la trampa de pensar que tienes algo que perder. Ya estás desnudo. No hay ninguna razón para no seguir a tu corazón". 
"No os dejéis atrapar por dogmas, no viváis con los resultados del pensamiento de otras personas".

Este discurso me supera. Tengo mil preguntas por responder y la primera es la que Jobs conoció cuando era joven: Si hoy fuera mi último día de vida ¿Volvería a hacer lo que he hecho hasta ahora? Lo confieso. Yo cambiaría algunas cosas. Espero poder reunir el valor necesario para cambiarlas. 

Steve Jobs cambió el mundo de la música. Cuando presentó el iPod Steve Jobs se refirió así a la música: "La gente adora la música. La música que escuchamos configura la banda sonora de nuestra vida. Para mí es el núcleo a partir del cual quiero difundir un nuevo estilo de vida digital". Cuando voy al trabajo, casi todos los días escucho algo. Jobs cambió mi estilo de vida. Soy un poquito más feliz cuando puedo encontrar a golpe de botón aquella que acompaña a mis pasos y pone calma a mi ruido interior. Hoy escuché la que Flor dejó en su Blog. Adele 21. Su último disco. Alguien como tú. (Someone like you). 




... One and Only ...Te reto a que me dejes ser la única...  Set fire to the rain... Pero le prendí fuego a la lluvia

martes, 11 de octubre de 2011

El amor y lo que miras.

"Las cosas no ocurrían hasta que no nos las contábamos". Es la frase que habla del amor de dos personas que vivieron juntas durante 39 años. Es la frase que encierra la sencilla explicación de eso que algunos expertos dicen que es pura construcción social porque a decir de algunas personas el amor no existe, es una idea simbólica diseñada como mecanismo de control social. Gran parte de la estructura económica de un país se articula sustentada en la base de este intangible. El amor aparece entonces como la fábrica de sueños que el ser humano necesita para describir otra realidad más allá de la su presente. 

Otros en cambio dicen que el amor es para el ser humano como el calor para la llama o el frescor para el agua. Que el amor es la vida y la vida el amor. El amor es sentimiento, un estado de ánimo. Surge de una emoción, que al parecer es una alteración del ánimo intensa y pasajera sobre algo que está ocurriendo. Y por mucho que yo mezcle palabras o salpique ideas solo tú sabes qué es el amor, y lo que está claro es que el amor no está en estas palabras. Está en la realidad, en la actitud de las personas, en su optimismo. ¿Cuántas veces ves el amor al día? ¿Cuántas veces lo reconoces? ¿Cuántas veces esa emoción preside tus sentimientos? ¿Te mira?

... Piensa en mí cada vez que me miras así,
se me cosen los labios a ti
y la luna me pinta los ojos.

¡Mírame! Cada vez que te vas pienso en ti,
cada vez que prefiero morir,
cada vez que me besas así,
cada vez que te vas ¡Mírame!

jueves, 6 de octubre de 2011

Viajes al interior, balances, empresas y felicidad.

Hoy en la prensa leo un artículo que habla de los viajes interiores. Ese tipo de viajes tiene que ver en algo así como preguntarse a una misma aquello de ¿Cómo estás? ¿Cómo te sientes? ¿Qué necesitas? ¿Qué te preocupa? O sea, después de las mil y una rutinas diarias habría que hacer un nuevo esfuerzo. El de enfrentarnos con nuestro reflejo. El de poner un paréntesis al "vivir sin pensar". El objetivo de dicho viaje sería que entre rutina y rutina no se desvanezca nuestra esencia en forma de sueños, deseos, pasiones, sentimientos... aquello que construye la felicidad propia y no la felicidad artificial que construimos a base de éxito social. Este es el cutre resumen del artículo de Elena Borges




Por cuestiones de orden laboral conozco el trabajo de Emilio Duró. Salió en el Hormiguero, lo entrevistó Buenafuente, es un consultor reconocido. Reconozco que me ha hecho reír, la primera vez que lo ví me pareció un poco loco. Me ha hecho llorar al mismo tiempo, creo que al final descubrí que el loco no era él. Según él voy a vivir poco más, mi base genética me va a destruir. Si tomo vitaminas y hago deporte puede que sobreviva algo más. Según él debo encontrar algo por lo que levantarme con entusiasmo todos los días. Si no le pongo vida a mis años seré presa del destino de los que a duras penas sobreviven. Ya no puedo cambiar mi pasado. A partir de ahora "si quiero cagar zanahorias tendré que comer zanahorias", o lo que es lo mismo que sólo cambiaré mi destino si cambio mi forma de pensar.