Sabrás reconocerlo si cuando estás en él, se te altera la noción del tiempo.
Es aquel que despierta tu pasión, el que saca a la luz tu creatividad.
Es el que te carga las pilas, el que te llena de energía.
Es aquel que te permite reconocer el entorno de forma intuitiva.
Ando en busca de mi elemento. Hoy es 25 de diciembre. Cuando muchas personas de las que me rodean piden al nuevo tiempo aquello que no tienen, yo me topo de bruces con el valor de aquello con lo que cuento.
Pensaba que era falta de ambición no desear más cosas y ahora creo que ambiciono parecerme a esa persona que quiero ser. Busco el lugar donde mi pasión corre libre, donde reside mi energía y donde cargar mis pilas. Busco mi elemento y lo descubro en mi corazón. Esperando a ser visto.
Es verdad aquello que dicen que cada crisis es una nueva oportunidad. Anoche, durante unos minutos, en una sala de espera, en medio de un desaire de esta indomable vida que tenemos, mi mente divagó por los caminos de mis recuerdos y vivencias y me llevó a un lugar donde pude sentir el atropellado latir de mi corazón. Yo empeñada en aprender a no sentir dolor y la vida dándome lecciones, para terminar aprendiendo que si huyo del dolor, me matricularía en la cobarde insensibilidad de convertirme en alguien sin alma, vacía y sin nada que ofrecer.
Querer es exponerse al dolor. Creo que queriendo me encuentro en mi elemento, creo que he aprendido que el dolor es la cara oculta de la felicidad y que si lo evito, me quedo sin la magia de sentir eso que llaman "vivir" y de la maravillosa calidez del sol que la alumbra; la felicidad.
A mis 42 años me encuentro un tanto avergonzada por que me descubro en la primaria de la vida y seguía sin ver que dolor y sufrimiento son dos cosas parecidas pero distintas. No puedo aprender a no sentir dolor si no es a cambio de frenarle el vuelo a la cometa de mi corazón . Creo que el dolor es la bandera blanca que preside el territorio que tengo en guerra con el tiempo, que es la vida, en la que todo tiene un final y el sufrimiento es esa espina que yo le fabricaba a mi dolor, a la que tanto he temido. Ahora sé que lo que debo aprender es a no herirme con ellas, porque el dolor es un pétalo más de las rosas de mi vida. Espero no haber aprendido tarde. Espero no haberte dejado marchar.