Hace un tiempo me picó la curiosidad por el "camino de Santiago". Por aquel entonces leía todo lo que caía en mis manos sobre todo lo que pusiera en duda los dogmas de fe de la iglesia oficial. Hay algo que trasciende mucho más allá de las tres religiones monoteístas que gobiernan el mundo. Hay algo que subyace en los más primitivos sentimientos del ser humano como especie. No se si es adoración o rendición a la propia naturaleza, a la tierra como herencia, como dadora y benefactora, como indomable e iracunda por momentos. Creo que existen lugares mágicos que encierran ese misterio que nos lleva a visitar nuestra propia esencia. Hace tiempo sé que tengo que hacer algo, hay algo que me conduce allí, es como si me estuviese esperando. Es sólo una sensación. Me gustaría hacer el camino en bici pero no sé si será posible y después de todo no me disgustaría ir andando. Hay que decidirse por esto antes de empezar a hacer planes sobre la ruta deseada y la que toca desde aquí en pleno sur español. Quiero ser prudente e ir alimentado esta ilusión con la delicadeza de quien quiere que no se rompa.
Como la realidad es aplastante, cierro flecos de otros asuntos pendientes intentando pensar en positivo y el ritmo se impone para ponerle banda sonora.
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